“Es necesario un cambio global de comportamiento”

La reducción sustancial de la actividad a causa de la pandemia del covid-19 ha tenido un efecto muy positivo en la atmósfera. Pero, ¿qué sucederá cuando la economía vuelva a “calentarla”? Filipe Duarte Santos, especialista portugués en materia de medio ambiente da algunas pistas

Calles vacías, aviones posados, centros industriales parados total o parcialmente... A medida que los gobiernos de todos los países han ido actuando contra el impacto del coronavirus, con planes de confinamiento para sus ciudadanos, la calidad del aire ha mejorado considerablemente. En algunas áreas más industrializadas de Portugal o en las grandes ciudades, como Oporto o Lisboa, la interrupción de la economía ha traído consigo mejoras significativas para la atmósfera.

LAS EMISIONES BAJAN UN 8 %

Esto es debido, no solo a la disminución drástica de las emisiones de óxido de nitrógeno y otras moléculas procedentes de los tubos de escape de los vehículos con motores de combustión interna, sino también al descenso de las emisiones de gases de efecto invernadero, en particular de CO2.

Según Filipe Duarte Santos, profesor catedrático jubilado de Física en la Facultad de Ciencias de la Universidad de Lisboa y presidente del Consejo Nacional para el Medio Ambiente y el Desarrollo Sostenible, “el descenso de un 8% en las emisiones entre 2019 y 2020, ha sido gigantesco y supone la mayor reducción de todas las causadas por las crisis de los siglos XX y XXI”. Según el docente, “es superior a las reducciones como resultado de la pandemia de gripe de 1918 [originada en Francia procedente de EE. UU], la I Guerra Mundial, la Gran Depresión, la II Guerra Mundial y, más recientemente, de la crisis financiera y económica de 2008/2009”. Pero esto significa también que “estamos ante la mayor crisis económica de los tiempos modernos, ya que todavía existe una fuerte relación entre el consumo de combustibles fósiles y la actividad humana”. Basta recordar que cerca del 80 % de la energía consumida tiene su origen aún en fuentes primarias de energía: carbón, petróleo y gas natural.

“El descenso de las emisiones (...) ha sido gigantesco y supone la mayor reducción de todas las causadas por las crisis de los siglos XX y XXI”

Pero, para Filipe Duarte Santos, existen otras crisis que se mantienen y que están ligadas al impacto de la actividad humana sobre la naturaleza. Por un lado, “la crisis de pérdida de biodiversidad, debido a la contaminación, la degradación del medio ambiente y la deforestación en varias partes del mundo”. Y, por otro lado, las crisis derivadas del cambio climático.

Calles vacías, el efecto de la pandemia en Oporto…
1/6

Calles vacías, el efecto de la pandemia en Oporto…

… en Lisboa
2/6

… en Lisboa

… en Madrid
3/6

… en Madrid

… en Sao Paulo, Brasil
4/6

… en Sao Paulo, Brasil

… en el centro de Varsovia
5/6

… en el centro de Varsovia

… hasta en Atlanta, Estados Unidos.
6/6

… hasta en Atlanta, Estados Unidos.

Existen una serie de herramientas para mejorar el futuro del medio ambiente, establecidas en el Acuerdo de París, en 2015, y un objetivo muy importante: la neutralidad carbónica en 2050. Para que esto suceda, “era fundamental que, hasta entonces, las emisiones anuales de gases con efecto invernadero se redujesen del 6 al 7 %”, afirma el especialista.

PROSPERIDAD SOSTENIBLE

El indispensable retorno de la economía implicará el aumento de las emisiones, sobre todo si se mantiene el actual modelo de consumo energético. “La concienciación sobre el problema resulta fundamental, no solo en relación con el mundo que hoy conocemos, sino también el mundo que queremos dejar a nuestros hijos y nietos”, defiende el especialista. Para tener un futuro más sostenible, “debemos dejar de valorar solo la prosperidad económica”, afirma Filipe Duarte Santos. Es necesario poner en valor “una prosperidad sostenible, permitiendo que florezcan aspectos más sencillos de nuestra vida, que no exijan tanto gasto de energía, tanto consumismo”, añade.

“Convenimos cada vez más en la necesidad de una transformación, de ir hacia una transición energética de los combustibles fósiles a las fuentes renovables”, continúa el especialista. Para poner esto en práctica, es necesario mucho más que voluntad política de los gobiernos mundiales. “Es necesario un cambio global de comportamiento”, defiende Filipe Duarte Santos, explicando que esta transformación no será fácil, “pero que tiene que ser realizada, para el bien de nuestro planeta y de la humanidad”.