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Fernando Pereira: 45 años de Galp

Fernando Pereira ha dedicado casi cinco décadas a Galp. Testigo de las transformaciones de la empresa, recuerda con cariño su viaje desde los días de la refinería de Cabo Ruivo hasta las nuevas oficinas en Alcântara, ha aprovechado para contarnos sus planes de futuro de cara a su jubilación a los 67 años

Todo comenzó en la refinería de Cabo Ruivo en Lisboa, en 1979. Incluso subió a la torre Galp, que se encuentra -recordemos- en la zona norte del Parque de las Naciones. Un año y medio después, "saltó", como empleado, a las oficinas de la empresa en Rua do Alecrim. Sin salir nunca de su querida Lisboa, donde nació hace 67 años en la zona de Picheleira, el camino de Fernando Pereira sigue, prácticamente punto por punto, el de la propia empresa en el último (casi) medio siglo. Fue ordenanza y portero primero, antes de llegar a su puesto actual: "Me ocupo de los espacios y de las mudanzas", dice con el orgullo de quien conoce como nadie cada uno de estos espacios. Así, se ha ocupado de gestionar todos los edificios donde ha estado ubicada la sede de Galp a lo largo de su historia, además de todos los traslados, hasta terminar en la actual sede del nuevo edificio Allo, en Alcântara. "Mi papel aquí era traer al personal de las Torres de Lisboa, encajar a todos los empleados en el nuevo edificio y dirigirlos a sus lugares de destino", explica mientras nos regala, no sin brillo en los ojos, una visita guiada por la nueva sede. Aprovecha para mostrarnos cada rincón, desde el anfiteatro hasta el moderno restaurante-cafetería, desde el gimnasio bien equipado hasta los "espacios abiertos" donde se encuentran los puestos de trabajo, salas de reuniones y similares.

Fernando Pereira estrenó el nuevo espacio de Galp en Lisboa con la responsabilidad de reubicar a los empleados que llegaban desde las Torres de Lisboa

El cambio -añade- "resultó muy fácil porque todo en Allo es nuevo y se ha hecho desde cero, en condiciones que satisfacen las necesidades de las personas. Digamos que es la guinda del pastel de todo el trabajo que he ido desarrollando a lo largo de los años, lo que me hace muy feliz. Siento que, ahora sí, estoy listo para jubilarme", afirma el empleado, que está pensando en irse a finales de este año con la sensación del deber cumplido.

Galp como testigo de una vida

Pero si esta es la sede de Galp que más le toca el corazón, la de Rua do Alecrim le recuerda una de las mejores etapas de su vida: "Porque fue allí donde empecé después de dejar la refinería y donde empecé a estudiar animado por la propia empresa. En aquella época, además, me casé y nació mi hija. Pude también conciliar los dos trabajos que tenía por aquel entonces y que tanto necesitaba con el aumento de la familia. Fue, de hecho, una época en la que pasaron muchas cosas, pero también muy duras. Cuando terminaba en Galp me iba a la escuela y luego, por la noche, ayudaba a un primo que tenía un puesto en el Mercado da Ribeira. Dormí muy poco durante tres años", recuerda Fernando Pereira quien, antes de incorporarse a la empresa, tuvo varios trabajos. Primero en una casa de muebles, con tan solo 13 años, posteriormente en una fábrica de estructuras metálicas, luego en una sastrería y hasta en un taller de automóviles. Entre medio, llegó a tocar gongs en el grupo musical Buzz, con el que recorrió el país amenizando las fiestas de los pueblos, un poco en contra de la opinión de sus padres, quienes no estaban muy de acuerdo con el pelo largo que se llevaba por entonces y que era una de sus señas de identidad.

Escenas del próximo capítulo

Ahora, tras más de 50 años de trabajo, 45 de ellos en Galp, y a punto de jubilarse, Fernando Pereira no se imagina parado. De momento, ayudará a su mujer Ana, a la que conoció en uno de sus conciertos y con la que se casó hace 43 años. También aprovechará el tiempo para atender con mayor frecuencia un pequeño terreno con animales que tiene en la zona de Benavente, además de seguir sumando destinos a otra de sus grandes pasiones: viajar. "He estado en Cabo Verde, México, Grecia, Madeira y otros destinos portugueses y extranjeros. Los próximos viajes serán a Cuba, Viena, Austria y Nueva York".

Fernando Pereira es un apasionado del Benfica y para él "los días de partido son sagrados"

Sin duda, también tendrá más tiempo para dedicarle a la vida social y al fútbol. Fanático seguidor del Benfica, Fernando no se pierde ningún partido e incluso programa sus actividades de fin de semana en función de los partidos en el Estadio da Luz. "Me gustan las comidas y cenas con amigos, pero los días del fútbol son sagrados: voy a todos los partidos", asegura entre risas este padre que hizo socios a sus hijos nada más nacer. Incluso su nieta de cuatro años, luce ya la camiseta del club de las águilas.

Fernando Pereira, después de más de 50 años de trabajo, está a un paso de disfrutar de su merecida jubilación, lleno de planes para seguir disfrutando de la vida con su familia y explorando sus pasiones, como los viajes y el fútbol. Su historia es un testimonio de su dedicación y perseverancia durante décadas dentro de Galp.