“Creo que estoy bendecida”

Viajar a Afganistán, a ojos de amigos y familiares, parecía una “locura”, pero la ingeniero ambiental Nicole Ribeiro estaba decidida a perseguir un antiguo sueño: ser voluntaria de la ONU. Determinación y coraje no le faltan.

Cuando entró en GALP, en 2005, Nicole Ribeiro se encontraba al inicio de su carrera como ingeniero ambiental. Durante casi una década, ha estado siempre ligada a la Dirección de Medio Ambiente, Calidad, Seguridad y Sostenibilidad, aunque con el tiempo ha desempeñado diversas funciones. En 2014, fue destinada a Petrogal Brasil durante seis meses, para cubrir la baja por maternidad de una compañera. La experiencia cambió su vida. El gusanillo de la aventura, que hasta entonces había estado latente, se manifestó en ese momento para siempre.

Aquel período que Nicole pasó en otro continente le hizo descubrir aquello que quería desarrollar en realidad. A su regreso, comenzó a participar en pequeños proyectos de voluntariado, tanto en Portugal como en el extranjero, y se inscribió en la plataforma de Naciones Unidas (ONU), con la esperanza de ser llamada a una misión en su área de formación. Y es que, como ella misma indica, “quería compartir mis conocimientos con otras personas. Por otro lado, me gusta salir de mi zona de confort, buscar cosas nuevas, conocer nuevas culturas y nuevas formas de ser y trabajar”.

Participar en una misión de la ONU era un antiguo sueño que ansiaba cumplir. Tuve suerte. No tardó en surgir la primera oportunidad como responsable medioambiental, pero tuvo que rechazarla por motivos familiares. No obstante, en 2017, se le abrió una oportunidad parecida, en esta ocasión en Afganistán. Esta vez no la desaprovecharía: “Es difícil explicar, pero en poco tiempo estaba firmemente decidida a cumplir este sueño, que tan difícil de materializar me parecía”.

PASAPORTE HACIA EL PROGRESO
Iniciado el proceso, era momento de tomar decisiones. Afganistán se encontraba en plena zona de conflicto pero estaba segura de encontrarse a salvo y de que nada malo le iba a ocurrir. “Esto es lo que quiero y esto es lo que voy a hacer. Todo saldrá bien”, se decía para sí misma. Entre sus amigos y familiares, unos creían que todo era una “locura”, una “idea temerosa”, y otros la apoyaban, especialmente sus padres: “Tengo una familia espectacular, que apoya enormemente mis decisiones, aunque ello signifique estar lejos geográficamente unos de otros. Ellos me conocen y comprenderán el porqué de mi decisión, de hecho creo que sabían que estaba buscando algo que diera sentido a mi vida. Evidentemente, ponderé bien los pros y los contras pero siempre con pensamiento positivo. También fue importante el apoyo recibido por parte de mi equipo, de mi jefa y del personal de Galp, por concederme una excedencia sin vencimiento, que acabó siendo un pasaporte hacia el progreso”, relata Nicole.

En Kabul, es responsable del área de medio ambiente de la misión en un importante contexto multicultural en el que la comunicación se convierte en elemento clave: “Es una de las cosas que más me atrae, decir buenos días en cuatro o cinco idiomas diferentes. Actualmente, estoy muy contenta de no haberme echado atrás. Desde fuera, esta experiencia puede parecer una locura, pero creo que estoy bendecida”.

Sin embargo, su participación en esta misión de Naciones Unidas está a punto de concluir y, en breve, regresará a Lisboa, más enriquecida, tanto personal como profesionalmente, no sin otras aspiraciones en la maleta: “Es lo que tiene lograr los sueños, que enseguida aparecen otros… Quiero volver a Galp sin perder la perspectiva de salir de nuevo de mi zona de confort. La empresa busca abrir horizontes por lo que no me importaría formar parte de un proyecto en Mozambique, por ejemplo”. Decidida y valiente, a sus 38 años, Nicole Ribeiro continúa moviéndose por la adrenalina de la aventura y por la voluntad de contribuir de alguna forma a un bien mayor.