Producir Bitcoins consume la misma electricidad que Portugal en dos años y medio

Diversos estudios indican que producir Bitcoins requiere un 0,63 % de la electricidad consumida en todo el mundo, el equivalente al gasto de Suecia en un año, y más de dos veces y media el consumo de esta energía en Portugal

Entre las más de mil y seiscientas criptomonedas que existen en el mundo desde 2009, el Bitcoin, considerado la primera de este movimiento, es de largo la más popular. En los últimos meses, esta actividad ha generado una gran demanda al superar la barrera de los 60 mil dólares por unidad. Cierto es que cuanto mayor es el valor, mayor es el número de interesados en la llamada “mineración” de criptomonedas, proceso a través del cual las personas equipadas con superordenadores conectados a una red de blockchain son capaces de resolver los “puzles” encriptados encargados de validar las operaciones financieras y recibir recompensas con ello. Es decir, generar más moneda virtual.

Al igual que sucede con la búsqueda de oro y otros minerales físicos, la criptomoneda también implica costes de prospección. Aquí no se incluyen solo los valores que supone el contar con un hardware y un software, ya de por sí caros y que quedan rápidamente obsoletos, sino también los costes energéticos. Es decir, cuando pensamos en moneda virtual, asociamos este concepto a un menor impacto ambiental, pero la verdad es que esta actividad no es tan respetuosa con el medio ambiente como se piensa. Las estimaciones hechas mediante una reciente herramienta, creada al efecto por el Centro de Economías Alternativas (CCAF) de la Universidad de Cambridge, con el nombre de Cambridge Bitcoin Electricity Consumption Index, apuntan a que la producción de Bitcoin implica un consumo medio de energía eléctrica de 130 terawatts-hora (TWh) al año, o sea, cerca del 0,63 % de toda la energía consumida en el mundo (20.863 TWh, aproximadamente). Este gasto creció cerca de un 40 % en 2020 frente al año anterior, según valores revelados por el CCAF.

Este índice demuestra, al realizar las comparativas entre países, que el gasto anual de electricidad que genera la producción de esta moneda virtual ronda la misma cantidad que Argentina, por ejemplo, y algo por encima del consumo de Suecia. Si fuese un país, esta actividad se situaría entre los 30 mayores consumidores del mundo. Si lo comparamos con Portugal, cuyo consumo se sitúa en los 48 TWh (puesto 52 del ranking mundial), esta energía daría para alimentar la economía lusa durante algo más de dos años y medio. Como mera curiosidad, el CCFA revela que la energía usada para producir bitcoins daría para alimentar todas las calderas empleadas para calentar agua en el Reino Unido durante 31 años (región con un consumo medio anual de 300 TWh).

Dos tercios de la energía proviene de fuentes no renovables

El impacto energético de la moneda virtual, en un momento en el que los objetivos de sostenibilidad son cada vez más ajustados, empeora cuando se analizan las fuentes de producción de la electricidad utilizada. Por el mero hecho de que el coste de la electricidad tiene un peso significativo en este sector, los grandes pools de mineración (lugares donde están instalados los supercomputadores) están situados habitualmente en zonas donde la energía es más barata y, por lo general, producida a partir de la quema de combustibles fósiles. Según los investigadores del CCFA, casi dos tercios de esta energía proviene de fuentes no renovables.

Conviene recordar que la energía no se usa solo para mantener los equipos conectados 24 horas al día, sino también para todo el proceso de refrigeración asociado. China es el país del mundo con más equipos ligados a la mineralización del Bitcoin, con un peso de más del 50 % en el sector. En este país, la electricidad se produce mayoritariamente a partir del carbón, todavía con un coste accesible para los inversores. Según Michel Rauchs, uno de los investigadores del CCAF que forma parte del estudio anteriormente descrito, buena parte de esta actividad se concentra también en Oriente Medio, donde Irán representa ya cerca del 10 %.

Según un estudio realizado por la Universidad de Nuevo México en 2019, titulado “Criptodaños: valor monetario del impacto de la mineración y la criptomoneda en la contaminación del aire y en la salud humana”, los datos recogidos apuntaban a que, en 2018 (antes de la locura de la mineración) un dólar de valor creado mediante Bitcoin implicaba 0,49 céntimos de dólar de impacto en la salud y el medio ambiente en Estados Unidos, y cerca de 0,39 céntimos de dólar en China.

Algunos críticos con el uso de las criptomonedas apuntan también a que la producción de Bitcoins es la antítesis de la eficiencia. Es el caso de David Gerard, autor del libro “Attack of the 50 Foot Blockchain”. Gerard cita como ejemplo que Tesla perjudicó su buena reputación al anunciar que había invertido cerca de 1,5 mil millones de dólares en Bitcoins y que, en el futuro, aceptaría esta moneda como método de pago. Este anuncio tuvo un impacto inmediato en el valor de la moneda. “Elon Musk tiró por la borda parte del buen trabajo realizado por Tesla en la promoción de la transición energética. Tesla recibió cerca de 1,5 mil millones de dólares en ayudas públicas y ahora gasta el mismo importe en una moneda que es producida con electricidad procedente de la combustión de carbón”, afirma David Gerard.