“Las escuelas no están preparando a los alumnos para los desafíos del futuro”

Las necesidades y los intereses de los alumnos, de la sociedad y del planeta no están siendo cubiertos por los sistemas educativos, los cuales deberán resideñarse de manera urgente. Es la opinión de Valerie Hannon, consultora de la OCDE dentro del Proyecto Educación 2030, quien visitó Portugal para el evento final de la 7.ª Edición de la Apps for Good, de la Fundación Calouste Gulbenkian

Los últimos dos años han traído consigo grandes aprendizajes y han dejado lecciones que pueden –y deben– ser aprovechadas para adaptar la vida y el trabajo a las transformaciones de la sociedad. A nivel de educación, piedra angular de cualquier cultura y organización social, la experiencia de la pandemia ha revelado una serie de problemas que, sin ser nuevos, tampoco eran visibles. “Si pensamos en la historia vivida en los últimos dos años, tenemos mucho de qué preocuparnos en relación con la capacidad de análisis de la información y de pensamiento crítico por parte de las generaciones más nuevas”, alerta Valerie Hannon, en entrevista a Energiser.

La consultora de la OCDE para temas de educación, que hizo su presencia en el evento al final de la 7.ª Edición del concurso Apps for Good, promovido por la Fundación Calouste Gulbenkian, pone el foco también en la necesidad de formar a los más jóvenes para que sepan distinguir entre verdad y propaganda, una capacidad esencial “en la época de populismo que vivimos, con la aparición de nuevos líderes autoritarios en todo el mundo”. La solución, dice también la autora y activista a favor del cambio, pasa por “replantear el sistema educativo, buscando responder a la cuestión: ¿Para qué sirven las instituciones de enseñanza?”.

En su último libro “Thrive”, Valerie Hannon propone un nuevo enfoque sobre la enseñanza, defendiendo una mayor autonomía de las escuelas. Aun así, reconoce las dificultades que hay para conseguirlo, toda vez que “nunca serán completamente independientes de la política y de las normas sociales –ni deben– porque son una expresión de lo que la sociedad decide que es realmente importante. Es así en las democracias”. Para la especialista en educación, “los líderes electos deben tener voz y voto en los sistemas de dirección de la enseñanza, pero no en lo que se refiere a los detalles de la operativa diaria”. Esta es, además, una cuestión polémica: “Cómo garantizar el equilibrio entre autonomía y dirección”, se pregunta. Según su opinión, antes había demasiada dirección y poca autonomía. Sin embargo, el modelo que defiende es un equilibrio entre estas dos vertientes. “Debe haber una orientación clara por parte de los sistemas, en relación con los valores que defienden y soportan, pero deben ser las escuelas las que gestionen estas líneas orientadoras”. La consultora pone como ejemplo Finlandia, país reconocido por la eficacia de sus políticas educativas, y que recientemente ha revisado sus currículos, reduciéndolos a orientaciones mínimas y dejando una mayor autonomía a las escuelas. “Finlandia cuenta con profesionales de la educación altamente cualificados, en quienes confía a la hora de tomar las decisiones necesarias para el buen funcionamiento de todo el sistema educativo”, añade.

CAMBIO DE MENTALIDAD NECESARIO

Un sistema educativo fuerte requiere de buenos profesionales, motivados, dedicados y con autonomía para dejar que fluya la creatividad, algo básico para el cambio que los tiempos actuales exigen. En sistemas educativos como el finlandés, explica Valerie Hannon, “el Gobierno sabe que basta con definir unas líneas orientadoras básicas para que las escuelas las pongan en práctica de forma creativa, ya que, de no hacerlo, no aprovecharán toda la creatividad de la profesión”. Y añade: “No queremos un perfil de profesores meramente técnicos y desmotivados, incapaces de motivar a los alumnos y de inyectar la creatividad que el sistema educativo necesita para evolucionar”.

“Es necesario un conocimiento profundo de lo que es la educación, pensar más allá de la obtención de una cualificación”

Para la especialista, los Gobiernos tienen, por otro lado, que cuestionar si están formando a profesores de la forma adecuada, dejándoles las competencias necesarias para dar respuesta a las exigencias del siglo XXI. Esto exige, por eso, un cambio de mentalidad para el que no basta solamente con cambiar las reglas. “Es necesario un conocimiento profundo de lo que es la educación, pensar más allá de la obtención de una cualificación”, destaca.

LECCIONES PARA EL FUTURO

La situación generada por la pandemia a nivel global, con un enorme impacto en la educación, ha revelado una serie de fragilidades –muchas de ellas ya conocidas, pero poco valoradas– con la esperanza, según la consultora de la OCDE, de que esta situación deje algunas lecciones que permitan preparar mejor el futuro de la educación. Según Hannon, está claro que no todos aprenderán las mismas cosas después de la crisis del COVID, pero “los más iluminados percibirán la importancia de la socialización y de la dimensión emocional de la escuela. Y esto es justamente lo que debemos priorizar”.

En opinión de Valerie Hannon, las escuelas pueden adaptar sus currículos de la misma forma que las empresas tuvieron que adaptarse al modelo de teletrabajo el cual, en muchos casos, se mantendrá en un formato híbrido. Es decir, como alternativa a las horas de estudio intensivo, las escuelas pueden fomentar el trabajo autónomo en casa, ayudando a desarrollar el pensamiento crítico y la creatividad, y dejando espacio para que los profesores preparen mejor sus clases y puedan personalizar programas de trabajo, más adaptados a cada perfil de alumno. “Tengo la esperanza de que varias escuelas prueben nuevos modelos para que otras puedan seguirlos”.

“Tengo la esperanza de que varias escuelas prueben nuevos modelos para que otras puedan seguirlos”

La clave del éxito de los sistemas educativos del futuro reside en la capacitación y en la responsabilidad de los alumnos, que deben ser los primeros responsables de su aprendizaje, ya que de ella depende su futuro. La tecnología será, según la especialista, una herramienta de apoyo que complementará la enseñanza, “ayudando a los alumnos a tener contacto con información y conocimiento de especialistas de cualquier parte del mundo y abriéndoles los horizontes”.

La conferencia que tuvo lugar durante la 7.ª Edición de la Apps for Good contó también con la presencia de Sandra Aparício, responsable de CSR de Galp e integrante del jurado encargado de valorar los proyectos presentados a concurso.
La iniciativa Apps for Good colabora en el Future Up de la Fundación Galp, trabajando en conjunto para desarrollar el interés y la integración de la tecnología dentro de las aulas portuguesas de educación primaria y secundaria, para la creación de aplicaciones para dispositivos móviles y tablets, trabajando en equipo para encontrar soluciones ligadas a problemas sociales y medioambientales.

Todos los años, el Future Up concede además una serie de premios a diversos proyectos realizados dentro de las escuelas y directamente relacionados con la preservación de los recursos naturales y el consumo sostenible, en sintonía con los objetivos de desarrollo sostenible propuestos por la ONU. Estos premios son concedidos por los mentores de Galp, que acompañan, apoyan y ayudan a los estudiantes en las diversas áreas académicas y sus proyectos durante el año lectivo.